Mediterráneo: Entrevista con el Nobel Orhan Pamuk amenazado de muerte, en Estambul

domingo, abril 08, 2007

Entrevista con el Nobel Orhan Pamuk amenazado de muerte, en Estambul


Xavi Ayén | Orhan Pamuk no se ha exiliado. A pesar de las amenazas de muerte que ha recibido, ni siquiera se le pasó la idea por la cabeza, en contra de lo que han publicado algunos diarios turcos y han repetido medios de comunicación de todo el mundo. Distendido, en su estudio de Estambul, frente al Bósforo, el último premio Nobel de Literatura recibió el Jueves Santo a La Vanguardia, para hablar sobre su obra y, por primera vez, aclarar su situación actual (...).

- ¿Pero qué hace usted en Estambul?

- Pues aquí estoy, en mi casa, escribiendo, como siempre.

- Habíamos leído que, hace dos meses, se había exiliado usted a Estados Unidos.

- Parafraseando una broma de Mark Twain, que afirmó en una ocasión que la noticia acerca de su muerte era algo exagerada, yo les digo ahora: las noticias sobre mi exilio son un poco exageradas. ¿Qué fue lo que sucedió hace dos meses? Acababan de asesinar a mi amigo, el periodista armenio Hrant Dink, y había una turbia atmósfera nacionalista y racista, muy intensa. Mi nombre estaba circulando como futura víctima y, en ese momento, y tras haber hablado con la policía, decidí que sería mejor marcharme a la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde imparto unos cursos - por cierto, desde antes del premio Nobel- para sentirme más seguro y poder trabajar con tranquilidad en un libro que estoy acabando. Y, una vez que se ha despejado ese ambiente, he vuelto. Yo vivo aquí. Pueden ustedes comunicárselo al mundo.

- ¿Jamás dijo usted a nadie que se iba para siempre? ¿De dónde surgió la noticia?

- En parte eran rumores, en parte exageraciones y, en parte, que, desde que gané el premio Nobel cualquier cosa que me sucede se transforma en una noticia, digamos, inflada por los tabloides de mi país. Vivo una parte del año en EE. UU., pero es porque doy clases.

- Pero usted ha sido amenazado de muerte. ¿Tiene algún tipo de protección?

- No solamente yo, no es algo de lo que deba presumir. El Estado ofrece diversos tipos de protección a intelectuales y escritores que han sufrido amenazas fundamentadas. Según lo que hago, tengo guardaespaldas o se despliega un dispositivo de seguridad concreto.

- Usted fue el primer escritor de un país musulmán en condenar la fetua contra Salman Rushdie. ¿Se siente ahora como estuvo él?

- No. Son situaciones incomparables. Yo no me escondo: paseo por la calle, la gente me saluda muy afectuosamente... Nueve de cada diez personas que me encuentro me demuestran un gran cariño, a veces me cuesta llegar a los sitios, me abrazan... ¿Qué sucede? Que tal vez puede haber alguien, en algún lugar, con unas intenciones peligrosas hacia mí. Gente que está muy enfadada. Pero sigo los consejos del Gobierno, acato sus medidas de seguridad y con eso me basta.

- ¿Puede contarnos algo de ese libro que está finalizando?

- Se titula Museo de la inocencia. Es muy radical. Una novela ambiciosa, en el sentido de que abarca muchos temas. Se desarrolla en Estambul entre el año 1975 y la actualidad, y es sobre el amor que siente un hombre rico de Estambul por una pariente pobre que vive lejos. Pero, esencialmente, es una atrevida exploración, un intento de indagar lo que significa el amor: ¿qué sucede dentro de nosotros cuando nos enamoramos? ¿Qué pasa si un hombre está absolutamente loco por una chica, pero ella no? Sobre todo, después de Estambul, que ha sido mi primera obra de no ficción, sobre mis recuerdos de infancia y juventud, no vayan ustedes ahora a creer que este nuevo libro es también autobiográfico, todo lo que escribo lo es en cierta manera, pero ahora se trata de una novela.

- En su novela El libro negro hay una presencia fuerte de la tradición sufí, pero leída de un modo muy posmoderno. ¿Qué quería hacer?

- Vengo de una familia occidental y secular. Nunca he practicado el sufismo ni he sido una persona religiosa. Pero muchos sufíes educados, de clase alta, que leyeron El libro negro me dijeron que les había conmovido. Mi interés por el sufismo es literario, y se basa únicamente en los libros. Leí la literatura sufí a la manera de Borges, es decir, no les pedía a esos libros que me mostraran el recto camino ni que me imbuyeran de sabiduría, sino que los despojé de su sentido religioso y los vi como fascinantes formas literarias.

- La palabra turca hüzün, que usted relaciona con Estambul en su último libro, se traduce de modo muy diferente en cada país: amargura, melancolía, tristeza...

- Es que es específica de Estambul aunque hay lectores de todo el mundo que me escriben asegurándome que en su país hay algo parecido: saudade, morrinha... El hüzün es ese sentimiento decadente, de derrota, de pérdida, de fracaso que producen la pobreza y la opresión circundantes, pero que curiosamente no es triste ni depresivo, sino que, sobre todo, produce una sensación agradable, porque es algo que escogemos libremente, es un dulce placer. ¿Cómo decirle? No es una reacción individual que yo tengo, sino que es una característica de la ciudad que acaba poseyendo a todos sus habitantes. Es una retirada ante la vida, aceptar dignamente la derrota porque es lo que hay, y saber que, si aprendemos eso, estamos comprendiendo la naturaleza profunda de la vida. No es algo racional, sino lo más esencial que existe, algo que se acepta y que, a la vez, nos reafirma. Se nos inocula con la observación del paisaje: estas calles, las ruinas... Es algo serio, pues influye toda nuestra poesía, literatura y música en Turquía.

Entrevista de Xavi Ayén en La Vanguardia.

Foto de Estambul by Diéguez Lacarreradelsiglo