Mediterráneo: abril 2007

miércoles, abril 25, 2007

Analizando los huevos de la pardela (virot)

Mi artículo de hoy en Diario de Ibiza debiera estar archivado en mediterráneos, pero como ya lo reproduzco en Mi Blog Principal y en Mis artículos de prensa, remito al lector a estos enlaces.

viernes, abril 13, 2007

Argelia, Marruecos/ La coartada del miedo, Soledad Gallego Díaz (El País)



En Argelia se celebran elecciones legislativas en mayo. En Marruecos, dentro de cinco meses, en septiembre. ¿Qué influencia tendrá el recrudecimiento del terrorismo islamista, responsable de los atentados del pasado miércoles, en las incipientes reformas que se iban abriendo paso en los dos países? La peor de las noticias, para España también, sería el regreso de los más duros al poder. Que el miedo sea la coartada tras la que se escondan los partidarios de desacelerar, incluso parar, los pequeños cambios democráticos que se vislumbraban en los dos países. El miedo, lo sabían ya los clásicos, puede llegar a suplantar los problemas reales.

El peligro para todo el Mediterráneo no es sólo que el movimiento salafista del norte de África se haya vinculado a Al Qaeda. Esa pésima noticia quizás tenga consecuencias terribles a corto plazo o quizás sea posible frenarlas con buenos servicios de inteligencia y cooperación policial. Lo que nadie podrá parar, ni a corto ni a medio plazo, serán las devastadoras consecuencias de la derrota de quienes pretenden introducir reformas democráticas, diques que contengan la corrupción y medidas que impulsen mejoras en la vida cotidiana de esas sociedades. Sin eso, sin la presión sobre quienes se niegan a las reformas, sin el apoyo a quienes intentan desde dentro de Marruecos, Argelia o Túnez transformar el pavoroso futuro de sus jóvenes, dándoles algo de esperanza y de perspectiva, existirán pocas posibilidades de desactivar el terrorismo islamista en el norte de África.

La Unión Europea y España se han equivocado ya muchas veces en el Magreb. La guerra civil de Argelia, hace todavía pocos años, fue un ejemplo de esa ceguera. ¿Cómo explicar que esos terribles años de "plomo", en plena época de la televisión y de los satélites, tuvieran menos cobertura informativa que la Guerra Civil española, setenta años antes, cuando sólo funcionaba el telégrafo?

Las fuentes más equilibradas hablan de 150.000 muertos sobre los que hemos pasado de puntillas, embozados en el miedo a los extremistas islámicos. Hoy, una vez más, los grupos salafistas resurgen y ahora dispuestos no sólo a luchar con las armas más o menos convencionales del Ejército argelino sino a aplicar las técnicas ideadas por Al Qaeda. Amparados en la resonancia internacional de esa potente "marca", y en campañas de atentados suicidas contra la población civil, reclaman de nuevo su protagonismo entre los jóvenes desempleados que huyen de la prolongada sequía en el interior de sus países y se amontonan en suburbios desprovistos de todo. Si la respuesta en Argelia, Túnez o Marruecos es una vez más la represión ciega y el contra-terror, si se consiente que sean monstruos los que tratan con monstruos, si los reformistas del Magreb no consiguen imponer sus criterios, el camino para acabar con el terrorismo islamista se hará todavía más largo y difícil.

Los españoles deberíamos ser conscientes de que estas son decisiones que nos atañen directamente, porque estamos en primera línea de fuego. Argelia y Marruecos están al alcance de la mano y por mucho que no acabemos de creernos que la amenaza integrista es tan peligrosa para ellos como para nosotros, esa es la realidad. En estos momentos, lo único que puede poner en peligro la estabilidad española es la inestabilidad del Magreb. Nada influye más en nuestro futuro que el desarrollo político que sigan esos dos países en los próximos años. Si algunos irresponsables no se hubieran empeñado tanto en poner en duda la autoría de los grupos salafistas en el atentado del 11-M, quizás hoy día los ciudadanos estaríamos más advertidos y alertas sobre la auténtica amenaza a la que hacemos frente. Seamos conscientes de que hay doscientos presuntos terroristas islamistas en nuestras cárceles. De que en 2006, según datos de Europol, se realizaron 51 nuevas detenciones (de las 257 que se hicieron ese mismo año en toda la UE, sin contar Reino Unido). De que prácticamente la totalidad de esos detenidos y encarcelados nacieron en Marruecos, Argelia y Túnez y de que todos son menores de 40 años.

solg@elpais.es

Soledad Gallego Díaz, en El País, 13 de abril, 2007.

domingo, abril 08, 2007

Video relax: Yatching

Entrevista con el Nobel Orhan Pamuk amenazado de muerte, en Estambul


Xavi Ayén | Orhan Pamuk no se ha exiliado. A pesar de las amenazas de muerte que ha recibido, ni siquiera se le pasó la idea por la cabeza, en contra de lo que han publicado algunos diarios turcos y han repetido medios de comunicación de todo el mundo. Distendido, en su estudio de Estambul, frente al Bósforo, el último premio Nobel de Literatura recibió el Jueves Santo a La Vanguardia, para hablar sobre su obra y, por primera vez, aclarar su situación actual (...).

- ¿Pero qué hace usted en Estambul?

- Pues aquí estoy, en mi casa, escribiendo, como siempre.

- Habíamos leído que, hace dos meses, se había exiliado usted a Estados Unidos.

- Parafraseando una broma de Mark Twain, que afirmó en una ocasión que la noticia acerca de su muerte era algo exagerada, yo les digo ahora: las noticias sobre mi exilio son un poco exageradas. ¿Qué fue lo que sucedió hace dos meses? Acababan de asesinar a mi amigo, el periodista armenio Hrant Dink, y había una turbia atmósfera nacionalista y racista, muy intensa. Mi nombre estaba circulando como futura víctima y, en ese momento, y tras haber hablado con la policía, decidí que sería mejor marcharme a la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde imparto unos cursos - por cierto, desde antes del premio Nobel- para sentirme más seguro y poder trabajar con tranquilidad en un libro que estoy acabando. Y, una vez que se ha despejado ese ambiente, he vuelto. Yo vivo aquí. Pueden ustedes comunicárselo al mundo.

- ¿Jamás dijo usted a nadie que se iba para siempre? ¿De dónde surgió la noticia?

- En parte eran rumores, en parte exageraciones y, en parte, que, desde que gané el premio Nobel cualquier cosa que me sucede se transforma en una noticia, digamos, inflada por los tabloides de mi país. Vivo una parte del año en EE. UU., pero es porque doy clases.

- Pero usted ha sido amenazado de muerte. ¿Tiene algún tipo de protección?

- No solamente yo, no es algo de lo que deba presumir. El Estado ofrece diversos tipos de protección a intelectuales y escritores que han sufrido amenazas fundamentadas. Según lo que hago, tengo guardaespaldas o se despliega un dispositivo de seguridad concreto.

- Usted fue el primer escritor de un país musulmán en condenar la fetua contra Salman Rushdie. ¿Se siente ahora como estuvo él?

- No. Son situaciones incomparables. Yo no me escondo: paseo por la calle, la gente me saluda muy afectuosamente... Nueve de cada diez personas que me encuentro me demuestran un gran cariño, a veces me cuesta llegar a los sitios, me abrazan... ¿Qué sucede? Que tal vez puede haber alguien, en algún lugar, con unas intenciones peligrosas hacia mí. Gente que está muy enfadada. Pero sigo los consejos del Gobierno, acato sus medidas de seguridad y con eso me basta.

- ¿Puede contarnos algo de ese libro que está finalizando?

- Se titula Museo de la inocencia. Es muy radical. Una novela ambiciosa, en el sentido de que abarca muchos temas. Se desarrolla en Estambul entre el año 1975 y la actualidad, y es sobre el amor que siente un hombre rico de Estambul por una pariente pobre que vive lejos. Pero, esencialmente, es una atrevida exploración, un intento de indagar lo que significa el amor: ¿qué sucede dentro de nosotros cuando nos enamoramos? ¿Qué pasa si un hombre está absolutamente loco por una chica, pero ella no? Sobre todo, después de Estambul, que ha sido mi primera obra de no ficción, sobre mis recuerdos de infancia y juventud, no vayan ustedes ahora a creer que este nuevo libro es también autobiográfico, todo lo que escribo lo es en cierta manera, pero ahora se trata de una novela.

- En su novela El libro negro hay una presencia fuerte de la tradición sufí, pero leída de un modo muy posmoderno. ¿Qué quería hacer?

- Vengo de una familia occidental y secular. Nunca he practicado el sufismo ni he sido una persona religiosa. Pero muchos sufíes educados, de clase alta, que leyeron El libro negro me dijeron que les había conmovido. Mi interés por el sufismo es literario, y se basa únicamente en los libros. Leí la literatura sufí a la manera de Borges, es decir, no les pedía a esos libros que me mostraran el recto camino ni que me imbuyeran de sabiduría, sino que los despojé de su sentido religioso y los vi como fascinantes formas literarias.

- La palabra turca hüzün, que usted relaciona con Estambul en su último libro, se traduce de modo muy diferente en cada país: amargura, melancolía, tristeza...

- Es que es específica de Estambul aunque hay lectores de todo el mundo que me escriben asegurándome que en su país hay algo parecido: saudade, morrinha... El hüzün es ese sentimiento decadente, de derrota, de pérdida, de fracaso que producen la pobreza y la opresión circundantes, pero que curiosamente no es triste ni depresivo, sino que, sobre todo, produce una sensación agradable, porque es algo que escogemos libremente, es un dulce placer. ¿Cómo decirle? No es una reacción individual que yo tengo, sino que es una característica de la ciudad que acaba poseyendo a todos sus habitantes. Es una retirada ante la vida, aceptar dignamente la derrota porque es lo que hay, y saber que, si aprendemos eso, estamos comprendiendo la naturaleza profunda de la vida. No es algo racional, sino lo más esencial que existe, algo que se acepta y que, a la vez, nos reafirma. Se nos inocula con la observación del paisaje: estas calles, las ruinas... Es algo serio, pues influye toda nuestra poesía, literatura y música en Turquía.

Entrevista de Xavi Ayén en La Vanguardia.

Foto de Estambul by Diéguez Lacarreradelsiglo