


Esta profusión, los peligros del traslado y de la conservación de los restos arqueológicos y un espíritu inquieto han llegado a una brillante conclusión.
Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.
Y en este próximo mes de octubre una comisión de internaiconal de científicos de diversas especialidades van a poner a caminar al proyecto: un Museo dentro del bar, bajo del mar, usando pantallas y cabinas, tubos de plexiglás y materiales resistenets a las olas, vientos, terremotos.
El proyecto es en sí mismo fascinante.
Procuraré estar informado.
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