Mediterráneo: Khalil Gibram poeta del Líbano, por Lázaro Covadlo en El Mundo

viernes, diciembre 08, 2006

Khalil Gibram poeta del Líbano, por Lázaro Covadlo en El Mundo




BULEVAR

La reciente guerra en Líbano trae a nuestra memoria al enorme poeta y místico Khalil Gibrán, hijo de esa hermosa tierra en la que camparon los fenicios, sabia nación de marinos, aventureros y comerciantes. Esa región del mundo siempre ha sido una encrucijada de intercambio de toda clase de bienes materiales, cultura y espiritualidad; pero también de guerras. Cuesta reconocer que el odio pueda germinar y asentarse en el mismo territorio en el que floreció ese pueblo creador de uno de los más antiguos alfabetos, productor de hermosas obras de arte, inventor del cristal y fundador de ciudades españolas como Málaga y Cádiz.Aunque también es cierto que su religión reclamaba sacrificios humanos. Líbano, Fenicia, Israel, Palestina, encrucijada también de violencia y tragedias. Pero de esa mezcla de belleza, espiritualidad y episodios sangrientos ha surgido el gran Khalil Gibrán.

Su obra más conocida, El Profeta, de la cual se han vendido millones de ejemplares, ha sido traducida a 35 idiomas. Es lo que suele llamarse un long seller, en contraste con tantos efímeros best sellers. Los versos más conocidos de El Profeta suelen imprimirse en pergaminos comerciales y algunos los enmarcan para colgarlos en las paredes: «Vuestros hijos no son vuestros hijos: son los hijos y las hijas de las ansias de vida que siente la misma Vida».Son los versos más conocidos y repetidos, pero están estos otros: «En el pórtico de la ciudad, junto a vuestro hogar, os he visto postraros y adorar vuestra propia libertad. / Lo mismo que esclavos que se humillan ante un tirano y lo glorifican aunque les dé muerte. / Sí, en el bosquecillo del templo y a la sombra de la ciudadela he visto a los más libres de entre vosotros llevar su libertad como un yugo y como quien tiene las manos esposadas./ Y mi corazón sangró en mis adentros; porque podéis solamente ser libres cuando hasta el deseo de buscar la libertad se convierte en un arnés para vosotros y cuando cesáis de hablar de libertad como una meta y un logro».

Aunque dados a conocer en 1923, no podrá negarse que estas palabras continúan siendo rabiosamente actuales. Quizá nunca dejen de serlo.

A Gibrán, que era cristiano maronita, no le complacía el dogmatismo eclesiástico. Había en él una profunda religiosidad que lo llevaba a rebelarse contra el sustrato hipócrita, rígido y formal de las confesiones y las sectas. A sus veintitrés años de edad publicó Las ninfas de los valles, que es esencialmente un ataque a las instituciones eclesiásticas del momento. El siguiente año volvió a la carga con Espíritus rebeldes, obra en la que ensalza la espiritualidad, pero ataca a los clérigos.

Ahora que se habla tanto de Líbano, de la guerra, de las luchas entre confesiones que tienen lugar en ese país, y de los asesinatos políticos, no vendría mal recordar a Khalil Gibrán, que nació en 1883, en la aldea de Basharri, encerrada entre las majestuosas montañas del norte del país, y murió en Nueva York en 1931.

Fotos de Amaya, bailarina danza oriental, con Amina. En blanco y negro, el poeta libanés.

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