Mediterráneo: Líbano: Waifa Wehbe, por Tomás Alcoverro (La Vanguardia)

sábado, octubre 06, 2007

Líbano: Waifa Wehbe, por Tomás Alcoverro (La Vanguardia)





Haifa Wehbe es la famosa cantante libanesa a la que alude el texto.

Un buen día propuse a mi paciente profesor de árabe, el hispanista Antoine Khater, que para suavizar el rigor de las clases, tradujésemos estribillos de de canciones populares. Tan populares como las de la famosa Haifa Wehbe.

Otro día, no se como fue - creo que fue su propia iniciativa- empezamos a traducir los breves pero significativos textos de las esquelas de los periódicos.

Las esquelas sin recuadros, sin ornamentos tipográficos, sin cruces ni medias lunas pero a veces con fotografías de carné impresas, publicadas en la sección de defunciones de las páginas de anuncios, son un excelente camino para adentrarse en la sociedad árabe, por lo menos en la libanesa.

Tengo ante mi la de Talal Chukri Hamasani, publicada hace unos días. En la esquela se mencionan los nombres de los hijos, hermanos y cuñados, pero no se cita ni el de la viuda ni los de sus hijas y hermanas. Las esquelas mencionan a veces los nombres de los maridos, si estos desempeñan cargos relevantes o profesiones notables. Hay excepciones a esta regla en el caso de anuncios de defunciones de musulmanes de familias de destacada posición social o de costumbres menos rígidas.

Los rusos, una minoría escindida del Islam ortodoxo, publican las esquelas citando a los miembros femeninos de la familia como lo hacen, evidentemente, los cristianos. Es habitual que los sunís y los chiís reciban los pésames en sus casas en días y horas diferentes para los hombres y para las mujeres.

Debido a que se celebran los aniversarios de los mujeres tras la semana o cuarenta días de su fallecimiento, o al cabo de un año de su defunción, estos anuncios pueden reimprimirse en los periódicos.

Hay esquelas que aparecen pegadas en las fachadas de los edificios del vecindario de las personas fallecidas. Si el estilo de las esquelas que todo el mundo lee (como en nuestras sociedades, para estar al corriente de las muertes cotidianas) revela un comportamiento social y religioso, los anuncios impresos por palabras, abren otra amplia ventana al mundo de los vivos.

No hay en los diarios árabes las habituales paginas sobre felaciones, contactos, ofertas y demandas eróticas… aunque sí que se publican, sobre todo en los de Beirut, anuncios de salones de belleza, de clínicas dedicadas a operaciones y tratamientos de cirugía estética femenina. Esta ciudad levantina presume del gran número de sus establecimientos.

Algunas publicaciones especializadas como "Al weasit"- "El intermediario"-, difunde interesantes anuncios por palabras de personas que buscan su pareja para casarse. Su lectura puede sorprendernos. "Joven libanesa, hermosa y atractiva, universitaria, de familia conservadora, de 28 años, quiere relacionarse con hombre para casarse, de posición acomodada, que aprecie la vida familiar, musulmán de religión. Solo varones serios". Y al pie del anuncio, recuadrado con letras blancas sobre fondo negro, el número de su teléfono móvil: 03-018820

A vece las aspiraciones masculinas son exigentes. Así un varón de treinta y ocho años se presenta como hombre de negocios del Golfo, es decir de los principales ricos petrolíferos de la península arábica, con título universitario, buen parecido. Ese hombre busca a una chica atractiva, cultivada, de familia acomodada y que, a poder ser, tenga "nacionalidad canadiense".

En otro anuncio se precisa, de entre todas las cualidades, que la mujer sea musulmana suní. Estos aspectos de la pertenencia religiosa o de de poseer nacionalidad de algun país occidental, son muy apreciadas.

Los anuncios por palabras son muy leídos. Casi siempre se advierte que estan dirigidos a personas serias y que se excluyen los intermediarios casamenteros, tan habituales en estas sociedades. En uno de ellos se leía que no se aceptaban las "llamadas perdidas". "No miszsedd Call", se había escrito en inglés. Las aspirantes al trono nupcial tenían que gastarse su dinero con la comunicación para hablar con el que no estaba dispuesto a contestarles la llamada, a sus propias expensas.

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