Mediterráneo

lunes, julio 09, 2007

Aquí está el amigo americano, por Pilar Rahola (El Periódico)




Como tantos, yo también bebí de las fuentes de Woody Allen, en los años de mi educación sentimental. Recuerdo que cuando contemplé Manhattan desde el River Café, bajo el puente de Brooklyn, noté ese estremecimiento emotivo que genera lo simbólico. Pero, como a tantos de mi generación, se me curó el momento Woody, y ahora siento por él lo mismo que por muchos otros grandes directores: una complicidad crítica. Ni todo me gusta, ni me gusta la mayoría de lo último, quizás porqué sus variaciones sobre las mismas neuras, han conseguido saturarme. Pero más allá de mi improvisada y prescindible crítica, no hay duda de que Allen es uno de los grandes, que es un lujo que Barcelona sea su escenario cinematográfico, y que todos felices comiendo perdices de Hollywood. Dicho lo cual, la bobería cósmica que inunda estos días a la Barcelona fashion, llega a las excelsas cotas del más bajo provincianismo.

Ya no se trata, solo, de la carrera para hacerse la foto que protagonizaron algunos políticos, con toda pena y nada de gloria. Parecían los personajes de Bienvenido Mister Marshall, en versión posmoderna. También es un exceso -y un escándalo- que este país tan necesitado, donde se fugan los cerebros porqué no pueden investigar, donde hay que hacer maratones televisivos para comprar nuevos aparatos médicos, y donde la cultura rima con déficit e inoperancia, es un exceso que Allen reciba la subvención pública más importante de la historia de nuestro país. Debe pensar que somos una sociedad bastante estúpida.

Para acabar de completar la imbecilidad, solo hay que fijarse en los nombres propios de la millonería urbana que hacen fiestas improvisadas para intentar un ratito de Woody en su piscina iluminada, y las peleas de los vips para ser invitados. O los codazos para salir en algún frame de la película. Todo ello tan patético, provinciano y ridículo, que daría para una película de Allen de las de verdad. Esas de antes, donde radiografiaba la imbecilidad de la sociedad de la apariencia. ¿Se atreverá el genio, después de haber recibido 2 millones de euros de dinero público?


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