Mediterráneo: El eterno conflicto con el vecino del Sur, por Ali Lmrabet, El Mundo

domingo, noviembre 04, 2007

El eterno conflicto con el vecino del Sur, por Ali Lmrabet, El Mundo

VIAJE REAL

Las claves

Las posturas de España y Marruecos no pueden estar más lejos en su pugna por la soberanía de las dos ciudades autónomas

Dos ciudades y un puñado de islotes y rocas, todo ello enclavado en territorio marroquí, son los ingredientes de un perpetuo conflicto entre España y Marruecos que desemboca muy a menudo en crisis diplomáticas y estuvo una vez a punto de desencadenar un conflicto armado. Para los españoles, no hay ningún conflicto territorial con el vecino del Sur sobre Ceuta (76.000 habitantes) y Melilla (67.000). Los argumentos españoles son conocidos: los antiguos presidios y los pedruscos situados a pocos metros de la costa marroquí son parte de España desde hace siglos, incluso antes de la formación de Marruecos como Estado-nación. Esa afirmación enfurece a los marroquíes, que sitúan el nacimiento de su país al comienzo del reinado de Idris I, el fundador de la dinastía Idrisies en 789, y recuerdan que fueron las potentes dinastías bereberes de Marruecos las que imponían la ley en Al-Andalus.

Estas aclaraciones históricas son ampliamente conocidas. Para España, Ceuta es española desde su retrocesión definitiva por Portugal en el Tratado de Lisboa (1668). Melilla ya lo era desde que fue ocupada por Pedro de Estropiñán en 1497. Además, según los españoles, cinco siglos de presencia española en estos enclaves y una población mayoritariamente europea habrían asentado la titularidad sobre las dos ciudades. Algo con lo que, obviamente, Marruecos no está de acuerdo. El reino alauí considera las dos ciudades autónomas como una secuela del colonialismo europeo y estima que histórica y geográficamente estos territorios «ocupados» y «expoliados» le pertenecen.

En Marruecos, Ceuta y Melilla son un viejo quebradero de cabeza. El recuerdo de Isabel la Católica está muy unido a la pérdida de Granada, pero también al avance hacia el norte de Africa de tropas cristianas. La llamada Guerra de Africa (1859-1860), que vio la ocupación de una parte del Imperio Jerifiano por España, tuvo su origen en una historia de barracas destruidas por miembros de una tribu limítrofe con Ceuta. El presidio, pues, causó, para muchos marroquíes, su humillante derrota y el descalabro financiero del país. Desde entonces no faltaron las escaramuzas y las guerras no convencionales entre tropas españolas y tribus marroquíes en la periferia de los presidios considerados como una llaga en el cuerpo de Marruecos. No pocos historiadores marroquíes retienen hoy de la Guerra Civil el comienzo de la sublevación militar contra la República en Melilla el 17 de julio de 1936, un día antes que el resto de España. Esta puntualización tiene su finalidad: conferir a las dos ciudades una calidad de deslealtad.

Desde la independencia de Marruecos, en 1956, los litigios acerca de Ceuta, Melilla y los otros peñascos se han multiplicado provocando frecuentes encontronazos que en el caso del islote Perejil, en 2002, estuvo a punto de desembocar en un conflicto armado. Pero hubo otros choques. En 1975, Rabat aprovechó la agonía de Franco para lanzar la Marcha Verde sobre el Sáhara Occidental, planteando al mismo tiempo ante el Comité de Descolonización de la ONU la situación de Ceuta, Melilla y el resto de los territorios costeros vecinos. Unos años después, en 1987, Hasan II volvió a la carga proponiendo esta vez al Gobierno de Felipe González la creación de una célula de reflexión hispano-marroquí sobre el futuro de Ceuta y Melilla. Una oferta que hasta el día de hoy no ha sido respondida. Rabat volvió a exigir la restitución de las dos ciudades en marzo y septiembre de 1994, amenazando con romper el acuerdo de pesca con la UE.

Las amenazas de Rabat contra Madrid no siempre quedaron en letra muerta. Durante una visita del soberano alauí al norte de Marruecos, las autoridades marroquíes cerraron la frontera con España, bloqueando a miles de pasajeros y toneladas de mercancías. El Ministerio de Interior recuperó y nombró gobernador al entonces líder de la comunidad musulmana de Melilla, Omar Dudduh. Y menos de un año después de la transformación de Ceuta y Melilla en ciudades autónomas, Hasan II puso su amenaza en ejecución y denunció en abril de 1995 el acuerdo pesquero con la UE. Pero no siempre el litigio era la verdadera causa de las crisis diplomáticas entre los dos países. Por ejemplo, la ocupación por un grupo de paramilitares del Ministerio de Interior del islote Perejil, el 11 de julio 2002, aunque se vistió, para el consumo interno marroquí, de recuperación de territorios nacionales ocupados, era en realidad una protesta para obligar a España a abandonar su tradicional neutralidad en el conflicto del Sáhara.

Desde la llegada de Zapatero a La Moncloa, España es el «mejor aliado» de Marruecos. El Gobierno marroquí, que en tiempos de Aznar se declaraba incapaz de luchar contra la inmigración y las mafias de la droga, puso todo su empeño en hacer lo contrario. Durante la crisis de las avalanchas de subsaharianos que intentaban pasar a España por Ceuta y Melilla, los militares marroquíes dispararon contra ellos como si defendieran un territorio expoliado.

Esta eficiente lucha contra la inmigración no impide que las reivindicaciones sigan su curso. Los marroquíes no entienden por qué España continúa manteniendo el statu quo sobre Ceuta y Melilla cuando exige a los británicos que devuelvan Gibraltar. Por su parte, la prensa marroquí se jacta de que muchos de los que defienden la autodeterminación del pueblo saharaui son los mismos que defienden la permanencia de España en las dos ciudades autónomas.

elmundo.es

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