Mediterráneo: Vinos libaneses, Tomás Alcoverro, La Vanguardia

miércoles, noviembre 21, 2007

Vinos libaneses, Tomás Alcoverro, La Vanguardia


Algunas de estas cavas de terrosas paredes húmedas, empapadas de olor a vino, remontan a la época romana. Por azar fueron descubiertas cuando los lugareños, persiguiendo a una zorra que merodeaba alrededor de sus corrales, se escondió en una antigua galería excavada en esta tierra fértil y soleada de la planicie de la Bekaa. Los jesuitas en 1857 comenzaron a plantar viñedos y construyeron nuevos tramos de túneles para guardar este vino del "Chateau Ksa2a", el más famoso del Líbano.

Esta cultura vinícola remonta a la época de los fenicios, hace cuatro mil años. Entre las ruinas romanas, no lejos de estas viñas bien cuidadas, destaca el templo dedicado al dios Baco.

Cuando concluyó el mandato francés del Líbano, se supuso que acabaría la producción de este vino local, debido a las costumbres religiosas de la mayoría musulmana chií de la población de la Bekaa. Pero los jesuitas continuaron plantando cepas de Muscat, de Cabernet Sauvignon, ampliando las hectáreas de la superficie de cultivo. En 1973 la Orden de San Ignacio vendió esta propiedad, donde además habían edificado el primer Observatorio del Oriente Medio, a un grupo de hombres de negocios libaneses que la han consolidado y extendido. En otros parajes al norte de Beirut, el monasterio católico armenio de Bzumar produce su propio vino desde el siglo XVIII, así como lo hacen otros conventos maronitas desde fechas mucho más recientes, en una popular tradición monacal muy arraigada.

En las cavas largas de dos kilómetros de Ksara reposan los crudos en alineados toneles de madera, hechos en Burdeos, y en miles de botellas, encerradas tras verjas protectoras.

En un país tan pequeño como el Líbano, de cuatro millones de habitantes, se venden al año siete millones de botellas, la mitad destinadas a la exportación a países de Europa, como Francia, los Estados Unidos y Canadá.

Hay otras marcas como Kefraya, Musar, Domaine de Tourelles, Clos de Saint Thomas.... El famoso dirigente druso Walid Jumblat adquirió durante los años de las guerras, la mayoría de las acciones de Kefraya. Este turbulento y siempre sorprendente político hace gala de estar muy satisfecho con su negocio particular. Ni las guerras, ni la violencia, ni la exacerbación de ciertas costumbres islámicas, han frenado la producción vinícola, aunque haya localidades y establecimientos públicos en el Líbano donde no se consumen bebidas alcohólicas, especialmente en las regiones chiís del sur.

La cosecha de este año en la hermosa llanura de la Bekaa, ha sido espléndida. Esta mediterránea tierra goza de trescientos veinte días de sol. Con métodos modernos se efectúa tanto la vendimia como la elaboración del vino y del arak, esta suerte de anisete local muy popular. Muchos vendimiadores son beduinos, kurdos, o vienen de la vecina Siria.

Aunque algunas de estas marcas han ganado prestigiosos premios internacionales, los vinos libaneses no tienen todavía la reputación que se merecen. Como me decía un experto beirutí con ironía: "El mundo no sabe que esta no es sólo la tierra bíblica de "leche y miel " sino también la tierra del vino de buena calidad".

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